La inteligencia emocional es un concepto relativamente reciente que ha marcado y transformado de manera profunda la forma como se vive la interacción entre las personas y el mundo.
El mundo emocional es complejo y tiene repercusiones no sólo sobre sí mismo sino también sobre quienes lo rodean e incluso sobre su forma de actuar.
Saber cómo manejar adecuadamente los sentimientos y nutrir aquellas habilidades que favorecen las relaciones sociales y el bienestar en general, forma parte de este tipo de inteligencia.
A continuación, te presentaremos algunos ejemplos más significativos de la inteligencia emocional y cómo aplicarla en nuestra vida cotidiana.
¿Qué son las emociones?
En primer lugar, es importante entender a qué nos referimos cuando se habla de emociones, a pesar de que todos tenemos un mundo emocional muchas veces se pasa por alto reflexionar sobre éste.
Las emociones están relacionadas con los sentimientos que surgen en nuestro interior y que pueden ser evocados por pensamientos o situaciones experimentadas.
Surgen de manera espontánea y pueden o no manifestarse externamente a través de nuestra conducta, decisiones, acciones, actitudes, gestos, entre otros.
Aun cuando no podemos controlar su aparición en nuestro interior, sí se puede lograr la capacidad de manejarlas de forma adecuada de manera tal que no ocasionen daños a otros o a uno mismo.
La expresión saludable de las emociones es fundamental para mantener un estado de equilibrio psicológico, relaciones sociales satisfactorias y una sensación de bienestar en general.
¿Qué es la inteligencia emocional?
Daniel Goleman, quien es el desarrollador de este concepto, define la inteligencia emocional como una manera de relacionarnos con el mundo que toma en cuenta los sentimientos.
De esta manera, la persona se hace más consciente de sus propias emociones, procurando expresarlas de forma adecuada, fomentando el autocontrol.
Además de esto, se promueve el desarrollo de ciertas habilidades como la capacidad de empatía, la compasión, la perseverancia y la motivación.
Todos estos elementos favorecen la adaptación social de una manera más fluida y creativa, haciendo sentir bien a la persona y quienes le rodean.
Mejores ejemplos de inteligencia emocional
1. Ser consciente de las propias emociones
Aprender a reconocer las propias emociones para algunas personas puede no resultar tan sencillo, pero es una forma de demostrar este tipo de inteligencia.
Para lograrlo se puede practicar un ejercicio diario en el cual tomes una pausa y pienses por un momento cómo te sientes y cómo te has sentido a lo largo del día.
2. Conectarse con las emociones
No solo reconocerlas es una parte de este proceso, sino también cuando nos conectamos con ellas, sino aceptándolas y permitiendo que se canalicen de una manera adecuada.
Si, por ejemplo, reconoces la rabia en un momento dado, no la niegues o reprimas, busca una forma saludable de expresarla sin hacer daño a otros o a ti mismo.
3. Mirarse a sí mismo
Ser capaz de identificar en uno mismo las propias debilidades y fortalezas desde una mirada honesta es un claro ejemplo de este tipo de inteligencia.
4. Autocontrol
El autocontrol implica ser capaz de gobernar las emociones y que no sean ésta quienes te gobiernen a ti, es decir, expresarlas de forma saludable y no tomar decisiones impulsivas.
5. Motivación
Es una capacidad típica de las personas altamente productivas e implica el ser capaz de postergar una gratificación inmediata en pro de alcanzar resultados a largo plazo más satisfactorios.
La motivación es un impulso que a su vez da enfoque y dirección, de esta manera se es más cuidadoso con cada paso y menos errático pues hay un propósito firme que guía a la persona.
6. Empatía
Un ejemplo claro de inteligencia emocional es la capacidad de sentir empatía hacia los demás lo que les permite desarrollar relaciones fuertes y adecuadas.
Ser empático implica poder reconocer las necesidades y sentimientos de otra persona, es decir, ser capaz de ponerse en su lugar e intentar comprender su punto de vista.
7. Habilidades sociales
Tener habilidades sociales significa llevar un estilo de comunicación asertivo, por medio del cual se puedan establecer vínculos adecuados y resolver conflictos siempre en el marco de una actitud respetuosa.
8. Reconocer a otros
Ser capaz de tener una mirada menos egocéntrica y reconocer verdaderamente las capacidades, habilidades, triunfos y fortalezas en terceros de una manera genuina sin hacer comparaciones.
9. Autocrítica
La autocrítica no debe confundirse con culpabilizarse, por el contrario, es poder reconocer las debilidades y errores cometidos asumiéndolos con responsabilidad.
Esto permite generar cambios internos que se manifestarán en la conducta externa mejorando cada vez más en las distintas áreas de su vida.
10. No tomar nada personal
Esto significa comprender que nuestra atención debe fijarse en lo que realmente sea importante, en aquello que puede estar bajo control sin influencia de los demás.
No todas las circunstancias vienen a dañar y no todas las personas buscan perjudicar a otros.